Nuestro cuerpo está programado para eliminar las células muertas que quedan en la capa superficial de la piel. Conforme pasa el tiempo, este proceso se hace más lento lo que lleva a la acumulación de estas células en la epidermis. El resultado: una piel menos suave y radiante.
Por tanto, tienes que ayudar a tu cuerpo en este proceso exfoliando tu piel con cierta regularidad. Esto permitirá la aparición de nuevas células, la reducción de sequedad y dureza, y… ¡la desaparición de marcas de acné!